
Termómetros los hay de muchos tipos, pero quizás los más
habituales sean o hayan sido los que contienen un líquido en su interior que
se dilata o contrae con los cambios de
temperatura.
Este líquido puede ser mercurio, alcohol coloreado etc.
El mercurio de este tipo de termómetro se
encuentra en un bulbo reflejante y generalmente de color blanco brillante, con
lo que se evita la absorción de la radiación del ambiente.
Es decir, este
termómetro toma la temperatura real del aire sin que la medición de esta se vea
afectada por cualquier objeto del entorno que irradie calor hacia el ambiente.
Alrededor del año 1714 fue Daniel Gabriel Fahrenheit quien creó
el termómetro de mercurio con bulbo, formado por un capilar de vidrio de
diámetro uniforme comunicado por su extremo con una ampolla llena de mercurio.
El conjunto está sellado y cuando la temperatura aumenta, el mercurio se dilata
y asciende por el capilar.
En 1724 Fahrenheit finalizó su escala
termométrica, la cual quedó plasmada en sus Philosophical
Transactions (Londres, 33, 78, 1724).
El 19 de marzo de 1744, Jean-Pierre Christin presentó el
primer termómetro de mercurio en utilizar los parámetros de cero grados como
punto de fusión del agua y cien como punto de ebullición que se usa en gran
parte del mundo, era muy útil ya que era bueno para medir temperaturas entre
los 18 y 45 ºC.
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