viernes, 7 de diciembre de 2018

TELEVISIÓN A COLOR

LA TELEVISIÓN A COLOR

En 1917 la revolución se daba por terminada. Venustiano Carranza y el grupo triunfador promulgaban una nueva Constitución. Días después, el 17 de febrero, nacía en Guadalajara el octavo vástago de Arturo González y Sara Camarena: Guillermo, quien sería de los primeros ciudadanos del nuevo ciclo político mexicano y parte de una generación que, sin pedirlo, tendría bajo sus hombros la responsabilidad de hacer realidad la transformación del país, ya sin prejuicios ni odios contagiados por la guerra.

En este contexto, la familia González Camarena abandona Guadalajara y se dirige a la capital mexicana cuando el pequeño Guillermo tenía dos años. El conocimiento de las primeras letras y números lo realiza con éxito en varias escuelas de la ciudad; sin embargo, su mayor aprendizaje le fue otorgado por la propia urbe. Central del poder, monopolizadora de las instituciones, a la Ciudad de México llegaban las primicias del mundo. Así, nuestro personaje se interesa con creces en ese gran invento que reformaba al mundo: la radio. Hace todo para entender este aparato: consulta libros básicos, textos avanzados que no comprende totalmente, consigue piezas electrónicas, arma un taller en casa... El gusto se desborda hasta querer hacer de ese estudio su profesión.

Así llega 1930 y Guillermo decide ingresar a la Escuela de Ingenieros Mecánicos y Electricistas (posteriormente Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, ESIME, del Instituto Politécnico Nacional) para satisfacer sus inquietudes. En la escuela coincide con las ideas y gustos del ingeniero Francisco Javier Stavoli, personaje con gran influencia en la XEFO, estación del Partido Nacional Revolucionario y, por tanto, con recursos suficientes. Es ahí donde encomiendan a Stavoli viajar a Estados Unidos para actualizarse en cuanto a equipo, en especial del que promete ser el futuro de las comunicaciones: la televisión. El ingeniero trae una unidad consistente en dos cámaras de exploración mecánica, un transmisor y varios receptores, lo cual se instala en la escuela. González Camarena es invitado a participar en las pruebas y establece su primer contacto con el dispositivo; una grata coincidencia para el desarrollo de la tecnología en el país.

Para 1932, trabaja en la XEDP de la Secretaría de Educación Pública como asistente operador de audio. A pesar de ser el primer amor científico del tapatío, su curiosidad no estaba tanto en las ondas sonoras, sino en su evolución como medio de comunicación: la imagen. En 1934 gasta todos sus ahorros, y algo más, para adquirir un paquete de televisión de la RCA, que por entonces lo ofrecía para la difusión e investigación del medio. El joven Guillermo también obtiene diversas piezas electrónicas para experimentar diferentes condiciones en su pequeño laboratorio casero.

Con todo y sus esfuerzos, esperó cinco años para completar su aparato televisivo. La imagen no era precisamente la mejor, es más, ¡era color verde!, debido a las propiedades del fósforo utilizado en el ensayo. Aún así, para sus ojos la imagen fue bella, real, una ventana con altas posibilidades de ser todavía coloreada. Nacía el sistema tricromático de secuencia de campos, televisión a color cien por ciento mexicana, cuya patente fue tramitada y autorizada en México y Estados Unidos en 1940.

Lleno de confianza, comienza la construcción de un transmisor con el objetivo de probar su equipo televisivo, ya no en circuito cerrado, sino al aire. La Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas le otorga el permiso con las siglas XE1GC. El 7 de septiembre de 1946 pone en marcha su estación experimental transmitiendo fines de semana. Estudio y cámaras se instalan en el piso superior del edificio que ocupaba la XEQ, en los altos del teatro Alameda.



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